miércoles, 1 de junio de 2022

LA PUREZA RESIDE EN LA PUEBLA

 


Pureza y verdad de Morante, que desata el delirio en unas Ventas entregada a sus pies.

En el primero de la tarde, bronca en los tendidos al de La Puebla tras machetear por abajo e irse a matar al de Alcurrucén, que adolecía de fuerza y bravura.

Como si de un toro bravo se tratase, se vino arriba Jose Antonio en su segundo toro, y ¡Ay amigos!, alguno olvidaba que esta tarde el arte vestía de grana y oro.

Con unos ayudados por alto muy suaves, como si de desempolvar el lomo del toro se tratase, empezó Morante la faena de la apoteosis morantista. Un pase de las flores, y a torear por derechazos hondos, profundos, puros y muy lentos. Varias tandas de derechazos de cante grande presagiaban el delirio.

Pureza en el embroque, el lomo del toro acariciando el fajín del de La Puebla, los vuelos de la muleta adelante, y el toro de Alcurrucén enganchado hasta el final del muletazo, donde Madrid se rompía con su olé profundo. Tragando mucho Morante a “Pelucón”, un toro obediente y encastado de Alcurrucén, por naturales paró el tiempo el maestro. Desde delante hasta detrás de la cadera, pureza en el embroque y temple en la muñeca, toreo soberbio y lento, muy lento.


Dos cambios de mano soberbios en la faena, y una última tanda de naturales a pies juntos que reventaron Madrid iluminando el umbral de la Puerta Grande. Se soñaba con la primera de Morante en Madrid, pero la espada se la llevó. Una estocada entera, trasera y tendida, no fue suficiente para acabar con la vida del colorao' de Alcurrucén, al que José Antonio despachó con el descabello.

¡Pero amigos, que poco importan los despojos cuando un torero te llena el alma! Y Morante, lo hizo en Madrid….

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